Para educar a nuestros hijos necesitamos establecer unas normas y, sobre todo, establecerlas para que sean cumplidas. Debemos hacerlo de forma coherente y con firmeza, es decir, que debemos establecer unas normas claras y que no confundan a los niños y con la firmeza suficiente para que siempre se respeten. Una de las consecuencias de no hacerlo así puede ser la falta de respeto
Si necesitamos decir a nuestros hijos lo que deben hacer y que lo hagan inmediatamente (ponerse a hacer las tareas, recoger la mesa, hacer su cama, recoger los juguetes...) debemos tener en cuenta lo siguiente:
- Claridad. Expresiones como "pórtate bien", "no hagas eso" pueden no ser suficientemente claras para los niños. Mucho mejor si expresamos lo que queremos que hagan de forma concreta.
- Darles opciones. Si les pedimos algo y les damos varias opciones de cómo hacerlo, ellos se sentirán más libres y mostrarán menos resistencia a hacerlo.
- Firmeza. Especialmente cuando se están acercando al límite marcado. En este caso las órdenes deben ser firmes y claras, con un tono de voz seguro, sin gritos y con gesto serio. Los límites más suaves suponen que el niño tiene opción de obedecerlo o no. Las rutinas y las reglas importantes en la familia deberían ser efectivas día tras día. Si les das la oportunidad de romper las rutinas, seguramente, no mucho después, intentarán resistirse a cumplirlas.
- Hablar en positivo. Si les decimos "No hagas esto...", los niños no tienen por qué saber qué es lo que tienen o pueden hacer. Es mucho mejor dar las instrucciones indicando qué deben hacer, mejor que indicar qué es lo que no deben hacer.
- Explica por qué. Cuando el niño entiende el motivo de la norma tiende a aceptarla mejor.
- Sugiere una alternativa. Si le estás pidiéndole que no haga algo, es mejor que tenga una alternativa. Por ejemplo, podemos decirle "Deja de jugar con la consola, llevas ya mucho rato haciéndolo. Si quieres, puedes ponerte a pintar".
- Desaprueba la conducta, no al niño. Hay que dejarles claro que si les recriminas lo haces por su comportamiento, no por cómo son ellos. Antes que decir "eres incorregible", es mejor decir "esto que haces no es correcto".
- Controla tus emociones. Si estás enojado, no te dejes llevar por la ira. No siempre es fácil, pero es importante, para mantener el respeto de los hijos, que te vean calmado.
- Coordinación. Las normas deben establecerse y hacerse respetar tanto por el padre como por la madre. Lo peor que puede pasar es que uno contradiga al otro. En ese caso rompemos el límite y era mejor no haberlo puesto.
Enhorabuena por el blog. Los articulos son interesantes y de mucha utilidad.
ResponderEliminarSeguid así!
Gracias por recordarnos lo que tanto nos cuesta aplicar en el día a día.
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